jueves, 25 de junio de 2009

Memorias : Cuando tenía 6 años (I)

Es poco lo que recuerdo de cuando tenía 6 años y uno de esos escasos recuerdos que aún conservo se relaciona con un viaje que hice a España en compañía e mi madre y de mí abuela paterna.

Era el año de 1975 y Franco agonizaba, pero no terminaba de estirar la pata al tiempo que el gobierno de Echeverría rompía relaciones diplomáticas con la madre patria. En España sólo había dos cadenas de televisión: la 1 y la 2 que, por si ello fuera poco, no iniciaban transmisiones sino hasta pasado el medio día. Además, yo iba en calidad de monito de circo en gira pues uno de los objetivos del viaje era que la familia y los amigos de "allá" me conocieran.

Recuerdo que el viaje no inició bien, pues mi papá decidió que era conveniente que fuera con el pelo cortado. Para quienes no lo conozcan debo decir que él es gineco-obstetra y si bien para tal labor se necesita contra con habilidad en las manos, cortar el pelo de manera decente -y no como él lo hizo pese a sus buenas intenciones- requiere de otro tipo de destrezas.

Cuando llegamos a Madrid, no marchamos directamente a Asturias, sino que nos quedamos un par de días ahí, aunque ignoro la razón pues ahí no teníamos familia. La experiencia no fue buena por dos razones. La primera fue que yo, que era un adicto al jugo de naranja, quedé impresionado ante el sabor amargo de los zumos de naranja de allá; la segunda fue que el día que marchábamos para Asturias, mi madre puso mal el despertador y nos levantó a mi abuela y a mi en la madrugada y, para colmo de males, puso el agua tan caliente en el baño del hotel, que sentí por primera vez en carne propia los mareos que puede producir el bañarse en esas condiciones.

Viajamos a Asturias en un "tren-cama". Aún recuerdo la emoción que sentí en la estación de Atocha por ser aquella la primera vez en que me subía en un tren. Como el fan que era del "Vaquero solitario", moría de ganas, sin importar que se tratara de un trayecto nocturno, de asomarme por las ventanillas para ver cómo los vaqueros perseguían a los indios y viceversa... 

Por la noche nos dormimos los tres en el mismo compartimento. Por la madrugada me desperté con la urgencia de descargar la vejiga, así que medio dormido, me levanté, abrí la puerta de lo que creía que el baño e hice lo que tenía que hacer. Por la mañana descubrí que aquella era en realidad la puerta del armario y que había hecho mis necesidades sobre los zapatos de mi abuela, quien extrañada, no entendía cómo era posible que sus zapatos estuvieran mojados. Hay veces que es mejor callar... y esta era una de esas.

Finalmente llegamos a Gijón y ahí estaba la familia esperándonos. Creo que nos recibieron mí tía Layi, prima de mi madre, mi tío José, esposo de ésta, mi tía Eladia, hermana de mi abuela, mi tía María Jesús, hija de la última y hermana de Layi, y Tito, su esposo. Como era de suponerse, primero se fijaron fue en mi corte de pelo y, con ello, empezaron las críticas hacia mi padre, para después darme la bienvenida.

Aquí me detengo para no abrumar más a los lectores, si bien prometo que en un futuro seguiré con esta breve crónica autobiográfica


martes, 9 de junio de 2009

Sobre las próximas elecciones

Doy gracias a la Universidad Complutense de no estar en México este 5 de julio. Y lo agradezco porque, por primera vez en mi vida, estaba contemplando la posibilidad de no votar en las próximas elecciones.

La primera vez que voté fue en 1988, en aquellas elecciones en las que el sistema "se cayó" (y se calló) para darle el triunfo al candidato del PRI -Carlos Salinas de Gortari, las mismas que, según cuentan las malas lenguas, le costaron la vida a Manuel Clouthier. Ese fue mi despertar a la política y vaya que si fue intenso pues participé en manifestaciones, fui a mítines y recabé para sumarme al repudio y descontento de millones de mexicanos contra aquel fraude vergonzoso.

Aunque no logramos nuestro objetivo, lo cierto es que el país iniciaba una nueva etapa en su vida política. Con el deseo de paliar el descontento imperante, el gobierbo de Salinas de Gortari permitió en 1989 que por primera vez desde la fundación del PNR/PRM/PRI un candidato de oposición -Ernesto Rufo- llegara a la gubernatura de un estado de la federación -Baja California. De igual forma se llevaron a cabo una serie de reformas electorales que permitieron la creación de Comisión Federal Electoral (hoy el Instituto Federal Electoral) y del cargo de jefe del Gobierno del Distrito Federal a quien los habitantes de la capital del país podríamos elegir en 1997.

Rememoro con especial emoción que, estando en España, devoré El País para no perder detalle sobre el triunfo de Cuauhtémoc Cárdena en las primeras elecciones para el jefe de gobierno. Era la primera vez desde el fin de la Revolución que el Distrito Federal era gobernardo por la oposición. De igual manera no puedo permanecer impasible ante el recuerdo del 2 de julio del 2000 y, en especial, del discurso de Ernesto Zedillo en cadena nacional en el que reconoció el triunfo del panista Vicente Fox, quien sería el primer presidente de oposición que tenía México desde tiempos de Francisco I. Madero en 1911.

Como muchos otros mexicanos, sabía que el 2 de julio del 2000 no era un triunfo en sí, sino el inicio del una época de trabajo arduo y de tensión. Pero de ahí a lo que estamos viviendo ahora... hay un gran trecho. Hablo a título personal, no podría ser de otra forma, cuando digo que los partidos políticos son vientres estériles de ideas y de líderes; cuevas de ladrones o, en el mejor de los casos, de adictos al poder; asociaciones de tipejos que se agrupan por intereses tan obscuros como indignos; populistas de colores que prometen a la gente lo que quieren escuchar con tal de mantener el registro y proseguir con el "negocio familiar". No niego que existan políticos probos, del mismo modo que estoy convencido de que resulta imposible formar parte de este sistema sin mancharse de mierda en el camino.

Si los partidos políticos no me representan, como imagino que sucederá con otros, no veo la necesidad de tener que elegir a alguno de ellos, lo cual no implica que me abstenga de votar. Para mi el voto en blanco (tal como aparece en la imagen) ha sido una buena opción para ejercer mi derecho a voto sin tenérselo que dar a los politiquillos y mandar un mensaje a los partido y al IFE a favor de las candidaturas ciudadanas. Sus detractores podrán decir que es una estrategia del conservadurismo mexicano, un acto antidemocrático, un atentado contra el país, pero lo cierto es que es LEGAL en cuanto a que la LEY LO PERMITE.

Ya veremos este 5 de julio cuál es el sentir de los electores a través de 3 caminos:

1.- Porcentaje de abstencionismo.
2.- Porcentaje de votos obtenidos por los partidos.
3.- Porcentaje de votos en blanco.

viernes, 29 de mayo de 2009

Doctor... ¿qué?













-Debe ser un hypervinculo espacio-temporal 
-¿Qué es eso? 
-Ni idea, me lo he inventado. No quería decir "puerta mágica"


Soy un fan confeso de la televisión británica y, en particular, de la BBC. Con ello no quiero decir que sea la mejor del mundo, tan sólo que lo que produce y transmite me agrada mucho.

Famosas son sus series cómicas ("Monthy Python Flying Circus", "El show de Benny Hill" o "Faulty Tower") e históricas ("Yo Claudio"o "Los Borgia"); no así, su ciencia ficción, que en México es completamente desconocida.

Hace unos cuatro meses hice un notable descubrimiento en el canal de la BBC. Se trata de una serie de ficción llamada "Dr. Who", un auténtica joya televisiva que me atrapó desde el momento en el que la vi y que me llevó a averiguar un poco más de la serie. Lo interesante de ella es que se trata de la serie de ciencia ficción más antigua de la televisión pues se ha transmitido desde 1963 y hasta nuestros días, salvo una ausencia en las pantallas entre 1985 y 2005.

La trama gira en torno a los viajes por el pasado y el futuro de un hombre misteriosos conocido como El Doctor,  quien es en realidad un "guardián del tiempo" encargado de corregir errores y solucionar misterios. Para tales fines, siempre se hace acompañar por algunos seres humanos quienes, además, son sus amigos, si bien la mayoría de ellos han sido desde los inicios del programa, jóvenes guapas. Un dato curioso es que cuando está cerca de morir, El Doctor tiene la capacidad de regenerarse, con lo que, además, consigue un cuerpo nuevo con rasgos y peculiaridades diferentes al anterior. Una salida muy ingeniosa para cambiar de actor.

Son varios los elementos que me gustan de la serie, siendo el humor el que tal vez más me atraiga. El Doctor es uno de esos personajes que siempre tiene un comentario ocurrente en el momento que uno menos lo espera, en una especie de juego anticlimático cuyo éxito depende de en gran medida tanto de un buen guión como de una buena interpretación.

Dicen que en un principio el personaje era irascible y un tanto gruñón. Cierto es que con los años han suavizado esta imagen, pero queda algo de ella que su une a lo antes expuesto: la ironía. No es una ironía cualquiera, más bien es una inteligente que lo mismo posee un carácter autoreferencial que se refiere a la cultura popular o a la actualidad.

Otro aspecto que me gusta es que es detrás de lo que podría ser un programa de ficción encaminado a entretener al televidente, lo que en principio no está mal, los escritores, al menos en mí parecer, se esmeran por imprimirle un mensaje, que en este caso es el cuestionamiento de la postura "del conocer por el mero hecho del conocer", lo que a su vez, nos lleva al tema tan actual del carácter ético que debe poseer el saber.

Es mucho lo que se puede decir de la serie y poco el espacio para hacerlo. Por ello, les dejó aquí un video para que saquen sus propias conclusiones.

Saludos.



martes, 28 de abril de 2009

Al entrañable maestro Charles Bukowski

"The problem was you had to keep choosing between one evil or another, and no matter what you chose, they sliced a little bit more off you, until there was nothing left".




Después de una ausencia forzosa gracias a la tesis, hoy he querido dejar a un lado lo académico para escribir un rato para relajarme.

Contrario a lo que supuse cuando asumí que dejaría el vicio del blog indefinidamente, no tuve problemas para decidir sobre que, en este caso quien, escribiría.

Una de las tantas bondades de haber trabajado en el INBA fue, sin lugar a dudas, la de haber conocido a Jaime Vázquez, mi jefe. Era mi jefe a la par que mi gurú literario. Gracias a él me acerqué a la literatura contemporánea y descubrí a autores como Antonio Tabucchi, Raymond Carver, Paul Auster y Charles Bukowski.

El de Bukowski fue un hallazgo fortuito para ambos. Era diciembre del 2002 y me metí a la liberaría Educal (a unos cuantos pasos de mi oficina) para regalarle un libro. Después de mucho buscar, y por razones que me reservé, me llevé La máquina de follar de Bukowski con la idea de que en alguna de nuestras pláticas había salido el nombre de tan peculiar escritor. Fue un error, pero no lamentable pues, a final de cuentas, el regalo fue de su agrado pues nunca antes había leído algo de él.

Recuerdo que dos semanas después, mientras le entregaba el primer discurso del año --el de la conmemoración del aniversario luctuoso de David Alfaro Siqueiros-- me comentó que había leído el libro en las vacaciones y que le resultó un tanto extraño por el estilo, la prosa y la temática de los cuentos.

Fue entonces cuando investigué un poco más de Bukowski y decidí darle una oportunidad. Compré El hijo del diablo, una selección de cuentos que me atrapó por la crudeza de las historias; por el uso de un lenguaje burdo, y por la fuerza que proyectaban, al menos en mí, las imágenes que contenía.

A partir de entonces me convertí en admirador suyo y devorador de sus cuentos y novelas. De de la mano con él, pasee por los recovecos de la sordidez; de los abismos de los excesos, de la cercanía de la autodestrucción, de la frivolidad del amor como nos lo han hecho creer, de la existencia como la suma de relaciones que son por naturaleza efímeras y de un mundo que es una cloaca donde nadie es mejor o peor que los demás.

Hoy me encuentro en el mismo lugar en el que escribía una entrada a blog hace dos meses y medio, justo unas pocas horas antes de llevarme uno de los peores frentazos de mi existencia; y hoy finalmente he comprendido que detrás de cada lectura del maestro Bukowski no se ocultaba un acto de cómodo voyeurismo, como ingénuamente solía pensar, si no una lección de vida y una fotografía tan imprefecta como miserable.

viernes, 27 de marzo de 2009

30 + 10 = 40 años

No me importa confesar que el próximo 8 de julio cumpliré 40 años, o como los amigos del eufemismo dicen los 30+10 años.

Transformamos las décadas, como si tuvieran vida por sí mismas, en momentos místicos, en cierres de ciclos que, como teóricamente dirían los romanos, ad ovum, nos llevan a reflexionar sobre lo que hemos hecho de nuestras idas y lo que deseamos hacer con ellas a futuro --cuan corto o largo sea éste.

En retrospectiva puedo asegurar que, si de ciclos se trata, el mío se empezó a cerrar hace dos años si bien no veo el día en que finalmente se cierra. Inició, lo recuerdo bien, el 29 de marzo de 2007 con una pérdida sensible y,a partir de entonces, mi vida no dio uno, sino varios giros inesperados.

Hoy no tengo el trabajo que entonces tenía; "la apliqué" de la misma manera que "me la aplicaron"; inicié proyectos que juré y perjuré que, so pena de ser llamado pendejo, jamás iniciaría; tenía certezas que han devenido en dudas que que me intranquilizan; he conocido personas que ni en mis más alucinadas ensoñaciones pensé hallar; me he reencontrado con otras que cómodamente formaban parte de un pasado archivado que no creía resucitar; migré de una vida cómoda y tranquila a otra en la que cada día se dan con más frecuencia los sobresaltos y las incomodidades.

En fin, el caso es que he comprobado que mi teoría sobre el paso del tiempo era errónea. ¡Tonto de mí! Siempre había pensado que con los años uno encontraba las respuestas y, con ellas, la tranquilidad; y ahora veo, justo al umbral de los cuarenta tacos --y cinco décadas de vida-- que me encuentro con más dudas y telarañas mentales que cuando estaba a punto de cumplir los 20 años. No tengo la menor duda de que este batiburrillo en el que hoy me encuentro, lejos de ser un motivo de desasosiego o depresión, es una invitación para afrontar la nueva década con menos soberbia y mas humildad... La pregunta será: ¿podré hacerlo?