domingo, 22 de agosto de 2010

Yo sólo sé que no sé nada de historia de lndependencia mexicana

Conforme se acerca más la supuesta fecha del bicentenario de la Independencia mexicana, las autoridades del país están más desquiciadas y yo me vuelvo menos "políticamente correcto" y mucho más jodón.

Hace una semana desfilaron por las calles del centro del Distrito Federal los restos de 14 héroes "que nos dieron patria y libertad".

La historia es curiosa pues para hacer este teatro, los restos fueron extraídos de la columna de la Independencia -y los de Vicente Guerrero, del Panteón de San Fernando. En principio debían ser 12 los héroes rescatados pero, ¡oh milagro!, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron gracias a la evidedncia documental, y no con pruebas de ADN, que en la columna descansaban los huesos de dos más: Pedro Moreno y Víctor Rosales (el último muy poco reconocido en la historiografía nacional). Más que buenos, los investigadores del INAH son magos a los que les bastan los documentos para sacar 13 héroes de donde en un principio había 11.

Otro dato llamativo es que para montar este paseo no se consideró incluir los huesos de Agustín de Iturbide (que reposan en la Capilla de San Felipe de Jesús de la catedral Metropolitana). Imagino que pesa más lo que dice la historia oficial que la verdad pues guste o no, fue Iturbide, y no Miguel Hidalgo, José María Morelos o el entrañable Xavier Mina, quien consumó la independencia.

Tradicionalmente se justifica este desprecio diciendo que fue un traidor de la Patria que se merece el olvido. Pero, ¿acaso no implica también traicionar a la Patria al evadir impuestos, saquear las arcas del erario público, hacer leyes que sólo beneficien a un puñado de mexicanos, cometer fraude electoral? Y pese a ello, todos los días vemos a estos "patricidas" dando conferencias por el mundo, saliendo en los medios diciéndonos lo que más nos conviene o dizque trabajando en los poderes federal, estatal y municipal. Preguntémosnos, entonces, quién ha hecho más daño a México y quién merece el olvido -además la cárcel, pues muchos de estos desgraciados se aprovechan precisamente del olvido para delinquir a sus anchas.

Pasear las osamentas de los héroes patrios y ponerlas en exhibición en una expsoición me parece, francamente, un acto circense de mal gusto. ¿Qué esperan nuestras autoridades con ello? ¿Esta es la forma en la que desean fomentar el nacionalismo? ¿Realmente buscan reavivar el nacionalismo o es una mera ocurrencia de José Villalpando? ¿Es así como los mexicanos hacemos Patria?

Sea lo que sea, lo cierto es que los festejos del bicentenario son una verdadera lástima. Las autoridades dejaron pasar una oportunidad ideal para asentar las bases de una historia nacional más de carne y hueso y menos de bronce, más madura y menos pueril, más veraz que ficticia y facciosa, sobre el nacimiento de México como un país.

En cambio, nos encontramos con la reiteración de los mitos (que siempre será más sencillo que lanzarse a la búsqueda de la verdad), el derroche de recursos en proyectos millonarios que parecen ser más producto de la improvisación que de la reflexión y la presencia de personajes nefandos más interesados en alcanzar el prestigio personal o de partido que en hacer las cosas bien.

Todo esto es, en síntesis, testimonio del problema fundamental que cargamos los mexicanos desde hace tiempo: "ser gobernados por políticos y no por estadistas".

martes, 10 de agosto de 2010

El inicio de cursos

Hace justo una semana iniciamos clases en la Universidad en la que trabajo y, la verdad, es que me está costando mucho trabajo.

Hace muchos años atrás solía pensar que el arranque de un nuevo semestre siempre era más difícil para los alumnos pues los maestros con experiencia, al fin maestros, ya estaban acostumbrados a ese trajín. Hoy, sin embargo, reconozco que estaba equivocado.

Y no me estoy refieriendo al tema de calificar trabajos y tareas, de por sí bastante aterrador al tiempo que enojoso, sino al simple hecho de iniciar un nuevo ciclo y lo que ello conlleva.

En prinicipio, hay ciertos cambios administrativos y técnicos que te dificultan las cosas precisamente por eso, por ser nuevos. Y es que justo cuando uno acaba de empezar a dominar un sdeterminado sistema, para subir calificaciones por ejemplo, éste sufre ciertos cambios que, en aras de hacerlo más amigable, te fastidian la vida pues implican, al menos en mi caso, una labor de reaprendizaje basada en la vieja técnica de "ensayo y error".

Luego siguen las bronquillas entre los colegas que surgen a raíz de la reasignación de la carga administrativa.  Quienes en el semestre reciben más, se quejan amargamente por considerarla como una pérdida de tiempo, en el mejor de los casos, o como un castigo por parte de la autoridad. Ello se entiende, no así el afán de algunas de estas personas por atacar a aquellos a los que se les ha quitado un poco de este "peso" para que se desarrollen en otras áreas.

Más allá de lo anterior, lo que más trabajo me cuesta es la renovación del "stock" estudiantil. Esta es la primera vez en los últimos 10 años en que me encuentro en la situación de no trabajar con gente conocida. Tengo cerca de 130 alumnos con los que tengo que trabajar y que me resultan completamente extraños.

Lo anterior puede parecer una tontería, pero no lo es. Cada generación que ingresa a la carrera es diferente, con todo lo bueno y lo malo que implica. Trabajar con gente nueva es un reto en cuanto a que tienes que conocerlos como personas y grupos; conocer cómo trabajan de mejor manera y qué actividades se las facilitan más; debes saber qué grupos trabajan más, cuáles son más disciplinados o aprehensivos e identificar a aquellos con los que hay que andarse con pies de plomo.

Cuando tienes al mismo tiempo grupos nuevos y conocidos la situación es un tanto diferente pues mientras que con los primeros llevas a cabo los procesos mencionados, con los segundos te puedes relajar  -al menos en la mayoría de lo casos- desde el primer día de clases y llevar con ellos una relación un tanto desenfadada.

Por otro lado, y recuperada ya la calma, debo confesar que este inicio de semestre es un reto interesante pues me resulta grato estar cerca de gente joven que se muestra llena de ilusiones, deseosa de aprender cosas nuevas y de demostrar todo lo que sabe. Si bien esta no es una receta para la eterna juventud, y yo no pretendo ser un Dorian Gray posmoderno, creo que al menos es una ocasión única para no perder "vigencia" al estar al tanto de los credos, frustraciones, ilusiones y reclamos de las nueva generaciones. 

Visto de este modo, me considero afortunado pues creo que somos pocos los que tenemos tan preciada oportunidad en la vida.