En esta tercera época, Histerietas sigue siendo ese espacio catártico donde vierto mis ansiedades, histerias, agrados, indignaciones y preocupaciones.
viernes, 29 de mayo de 2009
Doctor... ¿qué?
martes, 28 de abril de 2009
Al entrañable maestro Charles Bukowski
"The problem was you had to keep choosing between one evil or another, and no matter what you chose, they sliced a little bit more off you, until there was nothing left".
Después de una ausencia forzosa gracias a la tesis, hoy he querido dejar a un lado lo académico para escribir un rato para relajarme.
Contrario a lo que supuse cuando asumí que dejaría el vicio del blog indefinidamente, no tuve problemas para decidir sobre que, en este caso quien, escribiría.
Una de las tantas bondades de haber trabajado en el INBA fue, sin lugar a dudas, la de haber conocido a Jaime Vázquez, mi jefe. Era mi jefe a la par que mi gurú literario. Gracias a él me acerqué a la literatura contemporánea y descubrí a autores como Antonio Tabucchi, Raymond Carver, Paul Auster y Charles Bukowski.
El de Bukowski fue un hallazgo fortuito para ambos. Era diciembre del 2002 y me metí a la liberaría Educal (a unos cuantos pasos de mi oficina) para regalarle un libro. Después de mucho buscar, y por razones que me reservé, me llevé La máquina de follar de Bukowski con la idea de que en alguna de nuestras pláticas había salido el nombre de tan peculiar escritor. Fue un error, pero no lamentable pues, a final de cuentas, el regalo fue de su agrado pues nunca antes había leído algo de él.
Recuerdo que dos semanas después, mientras le entregaba el primer discurso del año --el de la conmemoración del aniversario luctuoso de David Alfaro Siqueiros-- me comentó que había leído el libro en las vacaciones y que le resultó un tanto extraño por el estilo, la prosa y la temática de los cuentos.
Fue entonces cuando investigué un poco más de Bukowski y decidí darle una oportunidad. Compré El hijo del diablo, una selección de cuentos que me atrapó por la crudeza de las historias; por el uso de un lenguaje burdo, y por la fuerza que proyectaban, al menos en mí, las imágenes que contenía.
A partir de entonces me convertí en admirador suyo y devorador de sus cuentos y novelas. De de la mano con él, pasee por los recovecos de la sordidez; de los abismos de los excesos, de la cercanía de la autodestrucción, de la frivolidad del amor como nos lo han hecho creer, de la existencia como la suma de relaciones que son por naturaleza efímeras y de un mundo que es una cloaca donde nadie es mejor o peor que los demás.
Hoy me encuentro en el mismo lugar en el que escribía una entrada a blog hace dos meses y medio, justo unas pocas horas antes de llevarme uno de los peores frentazos de mi existencia; y hoy finalmente he comprendido que detrás de cada lectura del maestro Bukowski no se ocultaba un acto de cómodo voyeurismo, como ingénuamente solía pensar, si no una lección de vida y una fotografía tan imprefecta como miserable.
viernes, 27 de marzo de 2009
30 + 10 = 40 años
Transformamos las décadas, como si tuvieran vida por sí mismas, en momentos místicos, en cierres de ciclos que, como teóricamente dirían los romanos, ad ovum, nos llevan a reflexionar sobre lo que hemos hecho de nuestras idas y lo que deseamos hacer con ellas a futuro --cuan corto o largo sea éste.
En retrospectiva puedo asegurar que, si de ciclos se trata, el mío se empezó a cerrar hace dos años si bien no veo el día en que finalmente se cierra. Inició, lo recuerdo bien, el 29 de marzo de 2007 con una pérdida sensible y,a partir de entonces, mi vida no dio uno, sino varios giros inesperados.
Hoy no tengo el trabajo que entonces tenía; "la apliqué" de la misma manera que "me la aplicaron"; inicié proyectos que juré y perjuré que, so pena de ser llamado pendejo, jamás iniciaría; tenía certezas que han devenido en dudas que que me intranquilizan; he conocido personas que ni en mis más alucinadas ensoñaciones pensé hallar; me he reencontrado con otras que cómodamente formaban parte de un pasado archivado que no creía resucitar; migré de una vida cómoda y tranquila a otra en la que cada día se dan con más frecuencia los sobresaltos y las incomodidades.
En fin, el caso es que he comprobado que mi teoría sobre el paso del tiempo era errónea. ¡Tonto de mí! Siempre había pensado que con los años uno encontraba las respuestas y, con ellas, la tranquilidad; y ahora veo, justo al umbral de los cuarenta tacos --y cinco décadas de vida-- que me encuentro con más dudas y telarañas mentales que cuando estaba a punto de cumplir los 20 años. No tengo la menor duda de que este batiburrillo en el que hoy me encuentro, lejos de ser un motivo de desasosiego o depresión, es una invitación para afrontar la nueva década con menos soberbia y mas humildad... La pregunta será: ¿podré hacerlo?
viernes, 20 de marzo de 2009
Los 75 discos que todo hombre debe tener
miércoles, 4 de marzo de 2009
¡Hay qué tiempos señor Don Simón!
- ¿Debemos buscar o no los restos de la pierna de Santa Anna?
- ¿Debemos buscar los restos del brazo de Manuel González?
- ¿Debemos ir al Panteón de Huatabampo y extraer las cenizas del brazo de Álvaro Obregón para colocarlas de nueva cuenta, pero en formato diferente, en el monumento que lleva su nombre?
- ¿Debemos o no buscar las cenizas de los pies tatemados de Cuauhtémoc?
- ¿Debemos o no buscar El Dorado y la fuente de la eterna juventud?
- ¿Debemos buscar o no al niño perdido?
- ¿Debemos o no ir al Panteón de San Fernando y a la Cripta Imperial de Viena para clonar, respectivamente, a Benito Juárez y Maximiliano para que se den de nueva cuenta su quién vive?