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Con más de cien años de vida, y propiedad ahora de norteameriocanos, Banamex no sólo es el banco decano de México, es, también, uno de los más malitos del país.
En principio, debería decir que en este país el término "banca" bien puede ser tomado como sinónimo de "mediocridad", " mezquindad", y "vileza", por no decir que es la usura legalizada y, peor aún, de una injusticia institucionalizada que les permite pagar al ahorrador interesea del 3 ó 5 por ciento en tanto que cobrar al acreedor un 50 ó 60 por ciento de interés.
Ante esta evidente estafa, y gracias a las quejas de miles de usuarios enfurecidos, el año pasado nuestro senado procuró poner fin a esta situación. Fue un intento tibio, como de costumbre, que se silenció antes la advertencia de los grandes banqueros de que poner límites justos a las tasas de interés que cobraban a los deudores, "generaría un grave daño a la nación". Bastó la amaneza del capital para que el poder legislativo se arrugara.
No sé de economía ni de finanzas, así que no puedo asegurar que lo anterior es cierto o no; pero me queda clara que tratar a sus clientes como seres humanos y ofrecerles un buen servicio "generaría un gran beneficio a la nación". Bien que lo saben los banqueros, pero les importa un pepino hacerlo en tanto siga jugando a su favor la ley del embudo.
Ahí está el ejemplo de Banamex. En diciembre del mes pasado, le robaron la cartera a mi esposa. En ella traía una tarjeta de débito de este banco. Aunque levantó el reporte nada más darse cuenta de la ausencia, fue muy tarde pues le habían vaciado la tarjeta de débito (gracias a esa mala costumbre que tenemos de no pedir una identificación oficial al pagar con una tarjeta). El trámite de reembolso que, en prinicipio debía concluir a inicios de enero, se ha prolongado hasta el día de hoy sin que mi esposa haya recibido una respuesta satisfactoria... ni tampoco su dinero.
En contrparte este mes me retrasé en el pago de mi tarjeta de crédito -que es Banamex, claro está-. Habían pasado dos días de la fecha límite y ya me estaban llamando a mi celular y a mi casa para recordarme, posteriormente exigirme, que saldara el adeudo. La situación me molesta porque no es un asunto de dinero, también de historia. En más de 10 años de usar el plástico, sólo en dos ocasiones -ambas por olvido- no liquidé a tiempo el total mensual de lo adeudado. No señor, cuando el dienro está por medio, la amabilidad deviene en amenaza, la lealtad de antaño en un intento de estafa y el cliente en delincuente...
Contamos con una banca de mierda porque tenemos una clase política que está a su misma altura. Del mismo modo como los políticos nos ven con cara de voto, los bancos hacen lo propio con el símbolo de $. Cada día estoy más convencido de que el colchón sigue siendo el mejor banco: no te juzga, tampoco te acosa y, en cambio, es cómodo y siempre "se amolda a nuestras necesidades".