lunes, 5 de diciembre de 2011

Lo llamamos...

Es el final de semestre y la semana pasada fue, además, una auténtica pesadilla. Por ello quiero dejar a un lado las reflexiones sesudas para poner en su lugar este relato breve que mucho tiene que ver con los momentos que estamos viviendo y que viviremos por un buen trecho del 2012. ¡Qué lo disfruten!



En la ciudad donde vivo son muchos los que hablan de este monstruo, pero contados los que lo han visto cara a cara.

Dicen que es un mutante que cambia de forma y de color a voluntad, de ahí que sea difícil saber a ciencia cierta cómo es físicamente y, más complicado aún, lo qué está pensando. Quienes lo conocen, afirman que su modo de vida es parasitario pues gusta de apropiarse de la energía y recursos de otros seres, particularmente de aquellos que se ven obligados a desarrollar un esfuerzo físico notable para sobrevivir.

Su modus operandi siempre es igual. Seduce a sus víctimas con palabras dulces y promesas fabulosas hasta dejarlos en un estado de seminconsciencia, momento que aprovecha para adueñarse de su vigor extrayéndolo de cada uno de los orificios corporales, si bien es de destacar que muestra una especial predilección por aquel donde termina el tracto digestivo. 

Hay quienes aseguran que este ser, que vive de noche y duerme de día, mora un hábitat conocido como “El Palacio”. Ahí acostumbra reunirse con otros entes iguales a él para sumar sus poderes, llevar a cabo hechizos espeluznantes y celebrar aquelarres destinados a provocar grandes males –la mayoría de las veces con éxito– a los seres humanos. 

Pocos lo han visto, repito, pero todos lo conocemos, aunque sea de nombre. Y es que desde hace siglos, a esta criatura pútrida y abismal lo llamamos... diputado.

jueves, 17 de noviembre de 2011

¡Ah, jijos!... El final del semestre

En menos de dos semanas el presente semestre habrá fenecido, será tan sólo un mero cadáver al que enterraremos con esos honores que le son propios: el trabajo y el examen final.

Alumnos y profesores compartimos el mismo rostro sombrío producto de los preparativos de este funeral que desde el inicio del curso tiene fecha de celebración. Esas sombras que abundan en nuestras caras no son consecuencia de la tristeza que causa tan fatal desenlace; lejos están de serlo. No, son el resultado de meses de trabajo, en algunos casos, o de semanas de apremio, en otros; de cerca de 130 días de convivencia y estudios forzados, de desgaste sistemático y de nerviosismo continuo.

Alumnos y profesores formamos un triste ejército de sobrevivientes de una aparente batalla campal que se peleó por cuatro meses. Transcurre el tiempo y, con él se van nuestro ánimo y voluntad. Cada día que pasa se desdibujan las sonrisas que tan generosamente compartíamos con los demás y obliga al sentido del humor a que ceda, poco a poco, su lugar a la indiferencia y al enojo.

Y es que los cierres de ciclo son unos auténticos mentirosos. Nos hacen creer que la meta está muy lejos, cuando la tenemos justo delante de nosotros; nos llenan de dudas a pesar de que ya hemos realizado gran parte del esfuerzo; se presentan como momentos que privan de nuestra querida libertad para cuando en realidad son coyunturas de liberación; nos obligan a ver los árboles en lugar del bosque... ¡Menudo fastidio!

Pese a lo anterior, el final del semestre es el momento idea para echar el resto; para entregarse de lleno en el trabajo que aún queda por realizar; para no escatimar bríos, tiempo y recursos en concluir la aventura que iniciamos en agosto; para recordar que ninguna circunstancia o problema es tan importante como para que dejemos de sonreír  y de compartir nuestro sentido del humor con los demás.

¡Buena suerte a todos, alumnos y profesores, en este cierre del semestre!

domingo, 30 de octubre de 2011

El cine de terror


Octubre llega a su fin y los muertos, tanto en su versión sajona como hispanoamericana, ya están por regresar. Es una idea bella lo mismo que aterradora. Bella porque nos permite creer que ni la muerte puede acabar con los vínculos que nos unen con nuestros seres queridos; aterradora, creo, porque esta clase de visitas no es del todo natural.

Como ya lo he dicho en otras ocasiones, a mí me va lo segundo. Gusto mucho de esta época porque es muy generosa en historias macabras, decoraciones terribles y, particularmente, películas de terror. Es fabuloso echarle un ojo a la tele y ver la cantidad de filmes nacionales y extranjeros que dan cuenta del malévolo retorno de los muertos o de caulquier otro tema que pueda, aunque sea de vez en cuando, arrancarnos uno que otro grito.

Confieso que me gusta el cine de terror malito por el simple hecho de que no me asusta. Siempre es más cómodo reirse del humor invlountario que abunda en la mayoría de estos filmes que verse obligado a gritar o, bien, ir al baño con rapidez.

Hubo un tiempo en la presparatoria que los amigos nos juntábamos en casa de mí amigo Carlos para hacer nuestros maratones de terror. Durante seis horas o más, nos encérrabamos en su cuarto para ver "Mi sangriento Valentín", "Halloween 1", "Halloween 2", "Galería nocturna"... hasta que no podíamos mantener abiertos nuestros ojos. Con el tiempo, suspendimos las sesiones pues ya nos sabíamos de memoria hasta los diálogos más insulsos.

Lo anterior tampoco implicó el fin de nuestra afición, pues cambiamos de medio. Ahora nos reuníamos en casa del Lajartijo para preparnos unas suculentas y carnívoras cenas, encendar la chimenea de su sala y leer algunos relatos de miedo escitos por el maestro de maestros, H. P. Lovecraft a la luz de los leños que ardían. Nadie salía espantado de esa casa..., pero daba lo mismo, teníamos el estógamo lleno.

Son pocos los filmes de terror que realmente me han sacado mucho más que un susto. De los primeros que recuerdo está "El misterio de Salems Lot", una historia escrita por Stepehen King que me hizo agradecer no tener un hermano, más aún vampiro. Luego siguió "El misterio de Amityville", una película de posesión satánica que me hizo tener pesadillas por más de dos semanas y reconocer que era un mamón cuando afirmaba que nada me daba miedo. Continuó "Pesadilla en la Calle del Infierno", con la que grité más de un par de veces en una sala llena de personas que eran insensibles o, de plano, mudas. La última que vi en el cine fue una nueva versión de "El exorcista", pero no tuvo tanto chiste pues un jesuíta me había contado antes la historia en la que se inspiró la cinta.

En lo que se refiere a los DVD, la película que me aterró, y bastante, fue la de "El ente". Creo que nadie que se reconozca como mentalmente normal, si es que ese concepto existe, puede permanecer impávido al ver cómo un ser inmaterial viola una y otra vez a una pobre mujer que, para colmo de males, es madre soltera y pluriempleada.... ¡Eso si es una putada!

Lo bueno del género es que, a pesar de todo, no supera a la realidad. Da más miedo llegar a fin de mes sin un centabvo en el bolsillo, atender los reclamos de un montón de alumnos furibundos, estar detrás de los profesores para que hagan su trabajo (nórtese que omití el término "bien"), aguantar los berrinches de una niña de seis años, estar por más de una hora en una fiesta infantil, ver dos veces seguidas cualquier película de Barbie, ir a una oficina de gobierno para realizar cualquier trámite. Estas son pesadillas de las buenas, de esas que si se cumplen...

domingo, 16 de octubre de 2011

La diferencia entre ser un triste maestrillo universitario y ser todo un estadista


Era el día de la raza y mientras que un puñado de personas obstaculizaba el paseo de la Reforma para repudiar -en muy buen castellano- el descubrimiento de América ante la estatua de Colón, Jorge Kahwagi asistió a la cámara de diputados para contribuir con su voto para que la reelección legislativa no pasara.

Al observarlo, juré que había retomado su carrera de pugilista. Se presentó desfajado, tenía el rostro y los ojos hinchadísimos y arrastraba las palabras al hablar; vamos, parecía que acababa de pelear 12 rounds y fue noqueado en el último. Un minuto de video me hizo comprender, y voy a ser muy benévolo, que en realidad estaba estaba más borracho que una cuba.

Verlo así me dio pena, mejor dicho, vergüenza. Mientras que a mí me pasó sin pena ni gloria tan importante día, nuestro representante decidió celebrarlo para recordar el carácter mestizo de México y para mejorar las relaciones del país con la madre patria. Luego que recordé que cómo este año se celebra el centenerio del natalicio de Cantiflas, tal vez le estaba rindiendo un sentido y personalísimo homenaje, en tanto que yo ni siquiera había prestado atención a la fecha. No dudo ni por un instante que esta es la diferencia entre ser un triste maestrillo universitario y ser todo un estadista.

-¡Qué jodido es ser diputado! -no pude contener la exclamación ante tal elocuencia y rostro. Representar a los mexicanos es una labor tan demandante y extremadamente dura que termina por acabar con el físico y el intelecto de quien posee tal distinción. Visto así, creo que no hay ningún sueldo, por muy alto que sea, que pueda compensar este tal. No dudo ni por un instante que esta es la diferencia entre ser un triste maestrillo universitario y ser todo un estadista.

Jorge Kahwagi es un ejemplo de compromiso. En su lugar, otro hubiera seguido en la fiesta, bebiendo y departiendo con sus amiguetes y ligando a diestra y siniestra como todo un bohemiazo; él, en cambio, ni siquiera se reportó enfermo. Por el contrario, suspendió la juerga y se presentó en la sede del poder legislativo para cumplir con su deber. No dudo ni por un instante que esta es la diferencia entre ser un triste maestrillo universitario y ser todo un estadista.

Por último, darle mi mayor agradecimiento a Jorge Kahwagi porque gracias a su efímera intervención, Jorge Kahwagi me ha permitido comprender que los diputados no son el problema de México; más bien lo somos nosotros, sus habitantes, que somos incapaces de entender y valorar la abnegación y los sacrificios que esos 500 prohombres realizan durante tres largos años. No dudo ni por un instante que esta es la diferencia entre ser un triste maestrillo universitario y ser todo un estadista.

domingo, 9 de octubre de 2011

De música, amor y ardor

Que hay vínculos entre el amor y la música, nadie lo niega. Compositores y músicos han creado bellísimas canciones inspirados por el amor, uno de los más sublimes sentimientos que cualquier ser humano puede sentir. Los filósofos y los científicos tampoco se han quedado atrás pues desde la antiguedad, y hasta nuestros, días han dedicado estudios sesudos para definirlo y para desentreñar los místerios de su química.

Arte y pasión van de la mano, es cierto, pero también lo es el hecho de que esta relación posee un lado obscuro: el del ardor. ¿Qué pasa cuando la música se convierte en manifestación del desamor? ¿Qué sentimiento es más fuerte, el amor o el despecho? Depende de lo dolido que esté uno.

Debo confesar que el género, subgénero, debo corregir, dela "música de ardido" es uno de mis favoritos. No hay nada como tener una herida de amor para escuchar en palabras de otro lo que se quisiera decir a la otrora amada, y ahora causante de nuestro ardor. Creo que es de las pocas ocasiones en las que lo que importa es la letra y no la música.
¡Cómo no nos va a levantar la moral saber que hay otros más jodidos pero que, a diferencia de nosotros, tienen el ingenio y los medios para ponerlo en evidencia con elegenacia, en algunos casos, o con un grafismo delirante en otros!  Lo bello, además, es que se trata de un acto de gran generosidad que lo podemos encontrar en la música ranchera, el pop, el rock, el heavy metal, etc.

Es así como por unos instantes nuestro dolor se convierte en ardor y nos terminamos por convencer que todas las nujeres son igual de malas e interesadas como aquella que nos rompió el corazón, damos la razón al "genio" que creó el refrán de "a las mujeres ni todo el amor, ni todo el cariño" y asumimos -más por fe que por razón- que ellas son las perdedoras por abandonar a buenos partidos como nosotros.

A continuación comparto con ustedes mi "top 5" de canciones de ardido; labor que resulta hasta cierto punto difícil por la gran cantidad y variedad de piezas que conforman este subgénero música,

1.- Kaos La planta



2.- Luis Miguel. Ahora te puedes marchar



3.- Rostros Ocultos. El final



4.- J. Gellis Band. Love Stings



5.- José Alfredo Jiménez (el "Freud mexicano"). No volveré (interpretado por Antonio Aguilar)


Como la presente no es una lista final, queda abierta para aquellos atentos lectores que quieran sugerir más temás para complementarla...