Me resulta imposible separar me de la cursilería de hacer al final del año un recuento de lo mucho o poco que sus doce meses me dejaron. Advierto, en consecuencia, que lo que a continuación escribiré forma parte de una tradición que inicié hace cuatro años y que más que ser una presunción. debe ser entendido como un una catársis.
Ha sido un año difícil, si bien recuerdo que en su inicio no fue así. Su primera mitad fue muy generosa, Me permitió conocer gente, reencontrarme con amigos, visitar lugares nuevos; también le dio salud a mi familia y, raro en función de los últimos años, ninguno de esos sobresaltos que, como a cualquiera, me hacen recordar lo efimera que es la vida.
La segunda parte fue harina de otro costal. Tuve mucho trabajo (a Dios gracias) que no pude ordenar ni dosificar por lo que me chupó la energía. Muestra de ello es este blog, cuyas entradas diosminuyeron en número a partir de entonces. lamentablemente no podía ser de otra manera cuando el cansancio era tal que tenía pocas ideas y nada de fuerza para escribirlas.
Luego vinieron esas cartas de rechazo (muchas sin explicar los motivos) que tan sólo fueron la antesala de las calabazas que me dio el CONACyT. Estoy consciente de que lo último fue consecuencia de un error por mi parte y ello hizo que la situación me resultara más llevadera. No obstante lo anterior, también fue un motivo para mandar a la chingada todo lo relacionado con la investigación al menos hasta el siguiente año, promesa que no respeté y rompí hace un pare de días (dicen que "más vale tarde que temprano").
Pero diciembre es el mes que se ha llevado la palma como el peor mes del año. Ya desde finales de noviembre y por razones que no me quedan claras (al estar escribiendo estas líneas mi insconsciente ha de estarse partiendo el culo de la risa), me las quise dar de Ebenezer Scrooge y dejé que algunos fantasmas del pasado me visitaran y me jodieran por un largo rato.
Claro está que luego siguieron los fantasmas del presente cuyas formas son diversas. Están esos pocos que intenté formar en el salón de clases y que, tal como apunté en mi entrada anterior, fueron deshonestos e incapaces de asumir las consecuencias de sus actos; se encuentran también los que son muy platicadores y cordiales pero que al momento de la verdad pasaron de mí o, de plano, desaparecieron. Por último hay una aparición muy especial: aquella que sin ser nada mío en realidad, está casada con mi padre y quiere dárselas de mi madre.
No escribo todo esto a manera de queja, más bien como reseña; una reseña que es una diarrea de ideas que, como tal, pretende limpiar mi mente y espíritu para que pueda recibir el año que viene sin propósitos pero con mejor talante.
Muchas felicidades y mis mejores deseos para el año 2013.