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jueves, 18 de octubre de 2012

¡Horror! La moda de los ochenta II

Visto el tema de la música y de los "looks" de los cantantes, no puedo dejar de hablar de la ropa. ¡Vaya dolor de cabeza implicaba estar a la moda, más aún por lo cambiante que era!


Algo que recuerdo con claridad fue el tema de los colores de la ropa. Hubo un tiempo en que éstos eran tan descaradamente chillantes que muchos les llamábamos chígamelasretinas. Si ya en la sombra resultaban molestos, verlos cuando caía el sol a plomo era un atentado contra la vista, una verdadera invitación a quedar ciego. Sin embargo, lo peor fue que una vez que me empecé a acostumbrar a este exotismo, la moda dio un giro de ciento ochenta grados al imponerse los colores pastel.

Recuerdo que era el tiempo en que estabanen voga los aerobics -vaya un abrazo para Chuck- y que éstos marcaron la moda femenina con los famosos "calentadores", una especie de calcetas abiertas por arriba y abajo que se ponían en las piernas para cubrir las espinillas. Las chicas se veían extrañas, hay que decirlo, si bien creo que era una cuestión relacionada más con estética, pues en poco tenía que ver con tener frío o calor.

Los chicos no nos quedábamos atrás. Muchos recordarán la costumbre de ponernos un chaleco acolchonado encima de la chamarra, sin importar que nos encontráramos a cientos de kilómetros del charco más cercano. A fuerza de ser sincero, debo confesar que aquello tenía lo mismo de "in" que de ridículo. ¡Y qué decir de esos jeans de tubo -herencia directa de los temibles años setenta- que tenían pequeñas rayas blancas verticales o de aquellos que uno compraba para romperles estratégicamente las rodillas!

Claro está que había opciones para quienes no gustaban del estilo pandrosón y apostaban por un estilo "nice casual". Muchos optaban por vestirse con la firma de moda -Guess-. Una camisa formal, de preferencia a rayas, acompañada por unos jeans formales (si eso puede existir) y un buen par de "topsiders"era el uniforme de much@s. Bastaba ir a un antro de moda para ver una pasarela de clones... si señor.

Visto lo visto, debo reconocer la sabiduría de quien dijo alguna vez que "de la moda, lo que te acomoda".

domingo, 16 de septiembre de 2012

¡Horror! La moda de los ochenta I

 Creo, como otros tantos también lo creen, que hay una gran verdad en ese refrán que dice de la moda, lo que te acomoda. Aunque para muchos la moda es lo in, para mi es un ivento hecho para sacarle más dinero a la gente y, de paso, homogeneizarla.

A cada época le corresponde una moda que la identifica, que la marca, con ciertas características siempre estarán condenadas a dejar de estar vigentes pronto para entrar en es categoría onmívora que es "lo retro". En ese sentido, una de las modas más fea, aunque bastante divertida, fue la de los años ochenta.

Como ninguna época, los ochenta marcaron el boom del gel. Chicas y chicos consumían este producto en cantidades industriales para alborotar su cabello, cuando lo tenían liso, o para aplacarlo en caso de que lo tuvieran rebeldón.Me resulta imposible imaginar si quiera los millones de litros de gel que se usaron para moldear de forma poco natural los peinados de una juventud que navegaba entre el "afro guango" y el "punk anémico".

 El tema del peinado estaba muy ligado al de la música, de ahí que bastara con ver a la gente para saber sus gustos. Las chavas que lo usaban corto de la frente, pero largo por los costados y por atrás, eran medio punketonas, hipótesis que se comprobaba si, además, lo traían pintado de azul, morado o verde. Si lo traían bicolor (negro y rubio), medio rizado y con un moño por la zona de la coronilla era émulas de Madonna (las famosas "madonitas"). Si por contra, lo usaban largo, de raya en medio y en capas, no cabía la menor duda que seguían a Bonnie Tyler; si lo adornaban con una banda deportiva en la frente, eran seguidoras de la película "Flashdance" o de la serie "Fama".

En lo chicos el asunto no mejoraba. Traerlo corto por atrás y por los lados, pero largo y erizado de frente equivalía a reconocer que se era fan de "Animal", vocalista de Kajagooggoo. Si, en cambio, el pelo del frente y la coronilla tenía volumen era prueba manifiesta de que lo de uno era "Aha" o, bien, que su alter ego era Don Jonhson. Usar una melena hasta la mitad de la espalda era una señal un tanto ambigüa, pues lo mismo indicaba preferencia por el Heavy Metal que por el Glam Rock. Decolorárselo, traerlo ligeramente corto y parado como un puerdo espín era una muestra de adhesión a Billy Idol.

Lo interesante de ello, como de otros aspectos de la época, es que entonces había una gran vareidad de tendencias a la que acompañaba una suerte de valemadrimso que hacía que le gente saliera a la calle con el peinado que le viniera en gana y sin que se preocupara por lo que los otros fueran a pensar. Creo que es este uno de los aportes fundamentales de los ochenta

martes, 29 de mayo de 2012

Los años los ochenta: la televisión

No sé si sea la mejor década de todas, la que más haya aportado a la música o la que más innovó en la moda, pero lo cierto es que la de los ochenta ha sido de las décadas más divertidas en mi vida.

Inicié los años ochenta cursando la primaria y los terminé en el tercer año de la carrera, es decir, fue un tiempo en el que transité del fin de la infancia a los últimos estertores de la adolescencia; en consecuencia, mis recuerdos ochenteros más lúcidos inician entre 1984 y 1985.

Este fue el tiempo en el que todos nos quejábamos de la televisión abierta (muy pocos contaban con el servicio de televisión de paga, cuya señal venía directamente de Estados Unidos), pero la verdad es que no nos la pasábamos tan mal. Nos fastidiaba que cada 1° de septiembre todos los canales pasaran el informe presidencial, que las series llegaran con años luz de retaso a nuestros televisores y que se siguieran transmitiendo una y otra vez los programas de antaño.

Lo cierto es que el panorama no era tan malo. Veíamos "Los Picapiedra", "Don Gato y su Pandilla", "Heidi",  "El Túnel del Tiempo", "Mi bella genio"... no porque quisiéramos presumir que habíamos visto todos los capítulos, más bien porque habíamos crecido con ellos y nos recordaban nuestra infancia. Presenciamos también la llegada de nuevas series sin saber que se convertirían en los primeros clásicos de nuestra generación, tal fue el caso de "Candy, Candy", "Lula Bell", el lacrimoso "Remi", "Los felinos cósmicos", "Mazinger Z", "Voltron", "los verdaderos cazafantasmas". Aunque no lo confesáramos por considerar que eran cosas de niños, todos veíamos estas series y estábamos al tanto de lo que ocurría en cada epidosio.

Dado que ya éramos unos púberes hechos y derechos, algunos tuvimos la oportunidad de ver la "televisión de adultos", que entonces protagonizaba una rivalidad de lo más interesante entre las series "Flacon Crest" y "Dallas" (que, dicho sea de paso, su remake está siendo transmitido en estos días). Pese a las diferencias de forma, ambas tenían el mismo fondo pues fueron las primeras en tener ciertas cargas de contenido sexual (nada que ver con lo que hoy vemos). Aunque menos "explícitas", aunque por ello no menos interesantes, eran las series de médicos como la de "Quincy M. E.", que narraba las aventuras de un médico forense que se comportaba como policía. De igual forma, veíamos la "Dimensión Desconocida" para aterrarnos con algunos capítulos (La abuela), reírnos con otros (Trato con el diablo) y alucinarnos con unos pocos (Bola baja).

Pero tal vez lo que más atrajo nuestra atención como televidentes fueron los videos musicales. Por primera vez veíamos escenificadas las canciones de moda en cortos de no más de cuatro minutos capaces de narrar  de principio a fin historias que, además, no siempre tenían un final feliz (algo típico de la generación X, dirá mas de uno). No fueron pocos los sábados por la noche que me quedaba delante del televisor para ver el programa "Video éxitos", la única posibilidad de escuchar y ver los nuevos videos en la televisión abierta. Claro está que conforme los avances tecnológicos se fueron integrando, la experiencia fue algo más que alucinante, tal como lo ponen en evidencia los videos (hoy ampliamente superados, claro está) Take on me, de AHA, y Money for nothing, de Dire Straits.

El tiempo ha pasado y siento que lo que acabo de escribir corresponde casi a la prehistoria de la televisión en México...