Creo, como otros tantos también lo creen, que hay una gran verdad en ese refrán que dice de la moda, lo que te acomoda. Aunque para muchos la moda es lo in, para mi es un ivento hecho para sacarle más dinero a la gente y, de paso, homogeneizarla.
A cada época le corresponde una moda que la identifica, que la marca, con ciertas características siempre estarán condenadas a dejar de estar vigentes pronto para entrar en es categoría onmívora que es "lo retro". En ese sentido, una de las modas más fea, aunque bastante divertida, fue la de los años ochenta.
Como ninguna época, los ochenta marcaron el boom del gel. Chicas y chicos consumían este producto en cantidades industriales para alborotar su cabello, cuando lo tenían liso, o para aplacarlo en caso de que lo tuvieran rebeldón.Me resulta imposible imaginar si quiera los millones de litros de gel que se usaron para moldear de forma poco natural los peinados de una juventud que navegaba entre el "afro guango" y el "punk anémico".
El tema del peinado estaba muy ligado al de la música, de ahí que bastara con ver a la gente para saber sus gustos. Las chavas que lo usaban corto de la frente, pero largo por los costados y por atrás, eran medio punketonas, hipótesis que se comprobaba si, además, lo traían pintado de azul, morado o verde. Si lo traían bicolor (negro y rubio), medio rizado y con un moño por la zona de la coronilla era émulas de Madonna (las famosas "madonitas"). Si por contra, lo usaban largo, de raya en medio y en capas, no cabía la menor duda que seguían a Bonnie Tyler; si lo adornaban con una banda deportiva en la frente, eran seguidoras de la película "Flashdance" o de la serie "Fama".
En lo chicos el asunto no mejoraba. Traerlo corto por atrás y por los lados, pero largo y erizado de frente equivalía a reconocer que se era fan de "Animal", vocalista de Kajagooggoo. Si, en cambio, el pelo del frente y la coronilla tenía volumen era prueba manifiesta de que lo de uno era "Aha" o, bien, que su alter ego era Don Jonhson. Usar una melena hasta la mitad de la espalda era una señal un tanto ambigüa, pues lo mismo indicaba preferencia por el Heavy Metal que por el Glam Rock. Decolorárselo, traerlo ligeramente corto y parado como un puerdo espín era una muestra de adhesión a Billy Idol.
Lo interesante de ello, como de otros aspectos de la época, es que entonces había una gran vareidad de tendencias a la que acompañaba una suerte de valemadrimso que hacía que le gente saliera a la calle con el peinado que le viniera en gana y sin que se preocupara por lo que los otros fueran a pensar. Creo que es este uno de los aportes fundamentales de los ochenta
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