lunes, 28 de junio de 2010

Problemas de comunicación

Sujeto, verbo y predicado. Esa es la mejor forma de comunicar un mensaje ya sea de manera escrita o verbal. Y, sin embargo, en la vida real ello no es suficiente para hacerse entender con los demás.

Cuando trabajaba en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) me resultaba por demás difícil entender a ciert@s director@s de museos, particularmente aquellos que eran artistas o, en algún momento de su vida, habían dirigido galerías. Yo no sé qué pasaba pero cada vez que me envíaban alguna propuesta de texto o de discurso para el director general me resultaba más sencillo escribir otra que intentar descifrar y corregir lo que acababa de recibir. Dios y Jaime, mi jefe entonces, son testigos que no había forma de arreglar aquello.

Hace tiempo tuva la oportunidad de trabajar para una casa productora. En general todos ahí eran muy agradables y simpáticos, hasta que llegaba el momento de hablar sobre el trabajo, entonces no había quién entendiera aquello. Lo que entregaba estaba bien, aunque "no era precisamente lo que me habían pedido", y para hacerles entender a veces que lo que me solicitaban era tan irreal me veía obligado a explicárselos en varias ocasiones y de distintas maneras. Como es de suponer, aquello no duró mucho.

Considero que muchas veces los problemas de comunicación se originan por la manera de ser de cada uno y de la formación que ha recibido. Así, mientras que unos nos se manejan con las "coordenadas" de mucho y poco y arriba y abajo, otros lo hacen poniendo centímetros y metros de por medio y hablando del norte y el sur. Como diría el famoso Filósofo ed Güemes: "es lo mismo pero diferente".

En otras ocasiones la cuestión depende de la voluntad y buena disposición para entender al otro. En mayor o menor grado, tendemos a comprender lo que nos interesa y conviene; en cambio, con aquello que nos disgusta, la historia es diferente pues, más que interpretar de manera errada,  asumimos que son los otros los que no se saben explicar con claridad. ¡Vaya torpeza la suya!

A final de cuentas, la comunicación tiene una parte de soberbia etnocéntrica por la que se asume que no es uno, ya sea como emisor o receptor, quien falla en el proceso, sino los otros y con ello se constanta una de las máximas fundamentales de la vida: "el infierno son los demás".

viernes, 18 de junio de 2010

Soy Generación "X", ¿y qué?


Si bien la fecha de nacimiento es, en esencia, un accidente, lo cierto es que le marca la vida a uno al hacerle formar parte de un grupo de personas con las que compartimos una misma idea del mundo, de una generación. Así, yo pertenezco a la famosa "X", esa que comprende a los nacidos entre finales de la década de los sesenta y mediados de los años ochenta. Hubo un tiempo en aquello no era motivo de orgullo pues se nos tachó de desobligados, apáticos y poco motivados. Claro está que con la llegada de las generaciones "Y" y "Z", estos defectos terminaron por ser simples minucias.

Más allá de los estudios sesudos que sobre el tema se han escrito, quisiera destacar algunos aspectos que a los "X" nos identifican como generación.

Fuimos los primeros en en integrar la televisión a nuestra vida. Veíamos lo mismo caricaturas como "Los Picapiedra", "Don Gato y su pandilla", "El show de Porky" y "Los felinos cósmicos", que series de ciencia ficción de la talla de "El tunel del tiempo", "Perdidos en el espacio", "El hombre de la Atlántida" o "Automan" sin que por ello pasáramos las horas delante de la televisión pues todavía se podía salir a la calle para andar en bicicleta, echar el partidito de futbol, jugar "stop" o, de plano,  andar de vagos.

Descubrimos que las computadoras no eran un producto de la ciencia ficción y que, si se tenía el dinero suficiente, se podía tener una, lo mismo que el recién aparecido dico compacto, o CD, que nos alucinaba tanto por su diminuto tamaño como por la claridad de su sonido. De igual forma, muchos supimos por vez primera del internet y sus alcances al ver la película "Juegos de Guerra. Pese a ser testigos de esta revolución tecnológica, los "X" estamos divididos entre aquellos que se hicieron a un lado y los que, pese a sus limitaciones, se sumaron a ella.

En el cine nos marcó el Brat Pack (Rob Lowe, Robert Downey, Jr., Judd Nelson  Emilio Estevez, Molly Ringwald) con dos películas: "St. Elmo´s Fire" y "The Breakfast Club", que destacaron por contar con personajes socialmente apáticos e ideológicamente neutros y, pese a ello, tuvieron momentos que llegaron a rayar en lo cursi. El otro lado de la moneda lo representó "Ferris Bueller's Day Off", filme en el que su protagonista se volvió nuestro arquetipo al demostrarnos que el mundo era nuestro y que sólo requeríamos de una pizca de ingenio para conquistarlo.

Somos la generación en la que la música fue marcada por la imagen. La aparición del canal MTv en 1981 nos permitió disfrutar  la música a través de la vista con videos que eran verdaderos cortos en los que el humor, el atrevimiento y las melenas eran los protagonistas. Los tiempos del disco y el punk quedaron atrás para ceder su lugar al "glam metal" en el que los hombres parecían mujeres y que, pese a ser bastante chabacano y "popero", nos legó un himno generacional: We're Not Gonna Take It de Twisted Sister.

Nos tocó ser los primeros en tener padres que procuraron ser nuestros amigos, sin que por ello perdieran autoridad. De hecho, el tema de la amistad es fundamental para nosotros. Ignoro, como afirman varios estudios, si antepusimos los amigos a la familia, pero lo que si sé es que vivimos con mucha intensidad la amistad pues en ella convergen principios como los la confianza, el compromiso,y la honestidad


Pese a todo lo anterior, tampoco estuvimos exentos de problemas. En plena adolescencia, los primeros "X" vivimos los inicios del VIH/Sida en donde abundó, y ahora creo que a propósito, la desinformación. En repetidas ocasiones se nos dijo que se trataba de una enfermedad que afectaba sólo a los homosexuales, que se podía transmitir lo mismo por la saliva que por la piel, que había que evitar cualquier tipo de contacto y acercamiento con los infectados..., en fin, un montón de tarugadas que, pese a no habernos amedrentado, si nos hicieron ser más cuidadosos y precavidos en materia sexual. 

No acusan de ser políticamente apáticos, pero cómo no serlo cuando nacimos en un país en el que el mismo partido siempre ganaba las elecciones pese a lo que dijeran los votantes y cuando, a fines de la década de los años ochenta, la guerra fría agonizaba y, con ello, el panorama mundial se reconfiguraba pues una parte del mundo recuperaba su libertad mientras que el planeta entero quedaba a merced de un sólo sistema político-económico.

De igual forma, fuimos la generación de la crisis, los que escuchamos de boca de nuestros padres lo bien que se vivía en México en los años sesenta y nos cuesta un poco de trabajo creerles. Somos los primeros que crecieron acompañados de palabras tan extrañas entonces como "inflación", "déficit", "petrolarización"... Somos los mismos que asumimos por experiencia que el quebrantamiento de nuestros maltratados bolsillos  es una situación perenne y que en el futuro veremos más  vacas flacas que gordas.

En fin, es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre nosotros pero lo cierto es que ya se acerca el tiempo en el que gobernaremos esta país y, sólo entonces, entonces tendremos la oportunidad de demostrar cuánto de ello es verdad.

sábado, 12 de junio de 2010

Ser o no ser premium

Los veo en el banco, también en el aeropuerto. Voy al cine y ahí también están al igual que en otros tantos lados más. Me refiero a los  "clientes premium", a esos hombres y mujeres a los que les basta presentar una tarjeta para abrir un gran número de puertas.

En México hay bancos que ofrecen un trato preferencial a sus mejores clientes, aquellos que poseen cuentas que rondan los 70,000 o los 80,000 dólares (una bagatela); mientras que las líneas aéreas te dan el privilegio de facturar y embarcar sin las incomodidades de hacer fila o de convivir con la mayoría de los pasajeros.

Advierto que no estoy abogando por un igualitarismo al más puro estilo comunista, pues entiendo que en este mundo quien paga más  tiene derecho a recibir más, lo que es en esencia justo. Pero tampoco se puede permitir lo que algunas compañías hace: generar un sentimiento ,en parte de culpa y en otra de frustración, entre los consumidores.

Tal sentimiento se produce al fomentar las comparaciones entre lo que uno tiene y podría poseer de ser "cliente premium". No puede haber más crueldad para un viajero de clase turista que hojear la revista de la líne aérea y leer todas las comodidades propias de la "Bussiness Class" mientras se encuentra sentado en su incómodo y pequeño asiento. 

De igual forma, hay hoteles en México que otorgan sus peores habitaciones a los clientes que viajan en paquetes "todo incluído". Al menos esa es la política del NH Krystal de Puerto Vallarta, hotel que discrimina a esta clase de viajeros hospedándolos en la parte más vieja y fea de sus instalaciones, si bien le ofrece la "redención" a través de un pago extra de 100 dólares diarios.

El nuestro es un mundo de locos. Reiteramos constantemente los prinicipios de igualdad y ed justicia al tiempo que nos procuramos hallar los caminos para atisvar y exaltar las diferencias entre los que son o no son premium.