lunes, 21 de enero de 2013

El año nuevo y la etiqueta

Un año nuevo ha empezado y, sin embargo, sigo siendo el mismo de siempre, o al menos eso creo. Esta transición del 31 de diciembre al 1° de enero no me marcado de manera tal que me sintiera diferente o, de perdida, quisiera ser diferente.

Esto lo saco a colación porque con el inicio de cada año hay una duda que habitualmente me asalta. No es una trascendente o fundamental, mucho menos una de la que pueda depender el buen desarrollo de lo poco menos de los doce meses que quedan por delante. Se trata de una inquietud que bien puede ser vista como de etiqueta: ¿hasta qué momento de enero es pertinente, o necesario, desearle a la gente que tenga un feliz año?

Resulta obvio que en los primeros días del mes el buen deseo es de etiqueta por ser oportuno y hasta necesario, pues me resulta evidente que si guardo mutis, la gente dirá que soy un amargado y desconsiderado, lo que si soy aunque no de tiempo completo. Pero honestamente, conforme pasan las semanas, la historia me empieza a cansar y le receto a todos los que me encuentro el mismo rollo, que me lo he memorizado de tanto repetirlo. Ese es el momento preciso en el que me asaltan las dudas.

Al principio me digo que el criterio debe ser el primer contacto que tengo con la gente en el año. Sin embargo, hay dos consideraciones que me enfrían. La primera es ¿y si ello sucede en mayo o junio, el otro no me tomará por un loco o, peor aún, por un optimista trasnochado? La segunda es más grave, pues luego me topo con personas que son testimonio encarnado de cuán cabrona es la vida, de tal suerte que cualquier buen deseo que les exprese podrían interpretarlo como una manifestación más de mi espíritu socarrón.

El caso es que al final del día me quedo entre la espada y la pared pues no tengo ni idea de qué hacer ¿cumplo con la etiqueta y me siento ridículo o me la paso por el arco del triunfo y soy un ordinario? Año tras año le doy vueltas al asunto y jamás encuentro una respuesta. pero no quito el dedo del renglón pues creo que algún día o resolveré.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un año más que se va

 Me resulta imposible separar me de la cursilería de hacer al final del año un recuento de lo mucho o poco que sus doce meses me dejaron. Advierto, en consecuencia, que lo que a continuación escribiré forma parte de una tradición que inicié hace cuatro años y que más que ser una presunción. debe ser entendido como un una catársis.

Ha sido un año difícil, si bien recuerdo que en su inicio no fue así. Su primera mitad fue muy generosa, Me permitió conocer gente, reencontrarme con amigos, visitar lugares nuevos; también le dio salud a mi familia y, raro en función de los últimos años, ninguno de esos sobresaltos que, como a cualquiera, me hacen recordar lo efimera  que es la vida.

La segunda parte fue harina de otro costal. Tuve mucho trabajo (a Dios gracias) que no pude ordenar ni dosificar por lo que me chupó la energía. Muestra de ello es este blog, cuyas entradas diosminuyeron en número a partir de entonces. lamentablemente no podía ser de otra manera cuando el cansancio era tal que tenía pocas ideas y nada de fuerza para escribirlas.

Luego vinieron esas cartas de rechazo (muchas sin explicar los motivos) que tan sólo fueron la antesala de las calabazas que me dio el CONACyT. Estoy consciente de que lo último fue consecuencia de un error por mi parte y ello hizo que la situación me resultara más llevadera. No obstante lo anterior, también fue un motivo para mandar a la chingada todo lo relacionado con la investigación al menos hasta el siguiente año, promesa que no respeté y rompí hace un pare de días (dicen que "más vale tarde que temprano").

Pero diciembre es el mes que se ha llevado la palma como el peor mes del año. Ya desde finales de noviembre y por razones que no me quedan claras (al estar escribiendo estas líneas mi insconsciente ha de estarse partiendo el culo de la risa), me las quise dar de Ebenezer Scrooge y dejé que algunos fantasmas del pasado me visitaran y me jodieran por un largo rato. 

Claro está que luego siguieron los fantasmas del presente cuyas formas son diversas. Están esos pocos que  intenté formar en el salón de clases y que, tal como apunté en mi entrada anterior, fueron deshonestos e incapaces de asumir las consecuencias de sus actos; se encuentran también los que son muy platicadores y cordiales pero que al momento de la verdad pasaron de mí o, de plano, desaparecieron. Por último hay una aparición muy especial: aquella que sin ser nada mío en realidad, está casada con mi padre y quiere dárselas de mi madre.

No escribo todo esto a manera de queja, más bien como reseña; una reseña que es una diarrea de ideas que, como tal, pretende limpiar mi mente y espíritu para que pueda recibir el año que viene sin propósitos pero con mejor talante.

Muchas felicidades y mis mejores deseos para el año 2013.


martes, 18 de diciembre de 2012

Esta entrada la dedico a....


Esta entrada te la dedico a ti, a quien no escucha advertencias desde el inicio y crees que eres más inteligente que cualquier otro, en especial de todos los que de alguna manera te rodeamos.

Te la dedico a ti, la persona que no tiene empacho de traicionar la confianza de los demás al apropiarse de aquello que no le pertenece y lo hace pasar por suyo.

Te la dedico a ti, el individuo que está convencido que el fin, siempre el propio, claro está, es el más importante y y que se encuentra por encima de cualquier norma o supuesto ético.

Te lo dedico a ti, ese individuo que cuando es descubiert@ siembra la duda y confunde a los demás antes de reconocer el fallo; el/la mism@ que fácilmente culpabiliza a otros --más aún si se encuentran ausentes--  de la deshonestidad propia con tal de huir del "barco que se hunde".

Te la dedico a ti, a quien su cobardía le lleva a poner en riesgo el esfuerzo que hacen sus padres (y los de sus compañer@s) para pagar sus estudios y que tiene el aplomo de recurrir y mentir al mismísimo diablo para que le ayude a salirse del problema.

Te la dedico a ti, alumn@ quien piensa que puedses hacer tontos a tus profesores pues asumes que sabes más que él/ella y que nada de lo que te enseña te será de utilidad ahora, y mucho menos en el futuro.

Si, te a dedico a ti para desearte suerte pues, siendo como eres, la necesitarás mucho.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Hace justo seis años

Hace justo seis años me volví un obseso del calendario. Día a día observaba sus hojas y las marcaba mientras esperaba que el momento final llegara. Al principio lo tomé con calma, pero conforme los meses pasaban ésta desapareció y la intranquilidad me fue ganando hasta que se apoderó de mí.

Era el 2006 y trabaja en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Todos sabíamos que el 30 de noviembre terminaba nuestro ciclo y que a partir de entonces, nuestro tiempo ahí estaba contado. Nada que ninguno de nosotros no supiera y, sin embargo, no dejó de ser algo perturbador.

En realidad, tomé consciencia de la situación en una de las últimas juntas, cuando el jefe nos reunió para decirnos que, en virtud de los tiempos que estábamos viviendo, nos recomendaba que actualizáramos nuestros Curriculums Viate pues los íbamos a necesitar. Entonces supe que la cosa iba en serio y que era momento de ponerme alerta.

Sin embargo, lo anterior fue el inicio del vía crucis pues a continuación siguieron los famosos rumores. Todos los días había una supuesta novedad sobre quién se iba a quedar en la Secretaría de Educación Pública o en el Instituto de Bellas Artes. Semana tras semanas los nombres cambiaban y con ellos las perspectivas del futuro. En esos días las llamadas telefónicas aumentaron, al igual que los cuchicheos en los pasillos, y los arreglos al estilo que "no te preocupes, si me voy, te vas conmigo, pues somos equipo, ¿no?".

La verdad es que la sensación era horrible. A veces me lo tomaba a la ligera y bromeaba con la situación, en otras no pegaba el ojo toda la noche inventándome historias de despedido y prolongado desempleo. También había momentos en los que pasaba varias veces por estos estados en un mismo día. Si mi estancia en el gobierno fue inolvidable, por lo buena, los dos últimos meses me hicieron maldecir en momento en el que se me había ocurrido aceptar un trabajo en el gobierno.

En fin, lo importante aquí no es el final de la historia, si no recordar a mis compañeros del INBA que están pasando por la misma situación y que, conociéndolos como los conozco, sé que no tendrán problemas en salir adelante... una vez más.

jueves, 18 de octubre de 2012

¡Horror! La moda de los ochenta II

Visto el tema de la música y de los "looks" de los cantantes, no puedo dejar de hablar de la ropa. ¡Vaya dolor de cabeza implicaba estar a la moda, más aún por lo cambiante que era!


Algo que recuerdo con claridad fue el tema de los colores de la ropa. Hubo un tiempo en que éstos eran tan descaradamente chillantes que muchos les llamábamos chígamelasretinas. Si ya en la sombra resultaban molestos, verlos cuando caía el sol a plomo era un atentado contra la vista, una verdadera invitación a quedar ciego. Sin embargo, lo peor fue que una vez que me empecé a acostumbrar a este exotismo, la moda dio un giro de ciento ochenta grados al imponerse los colores pastel.

Recuerdo que era el tiempo en que estabanen voga los aerobics -vaya un abrazo para Chuck- y que éstos marcaron la moda femenina con los famosos "calentadores", una especie de calcetas abiertas por arriba y abajo que se ponían en las piernas para cubrir las espinillas. Las chicas se veían extrañas, hay que decirlo, si bien creo que era una cuestión relacionada más con estética, pues en poco tenía que ver con tener frío o calor.

Los chicos no nos quedábamos atrás. Muchos recordarán la costumbre de ponernos un chaleco acolchonado encima de la chamarra, sin importar que nos encontráramos a cientos de kilómetros del charco más cercano. A fuerza de ser sincero, debo confesar que aquello tenía lo mismo de "in" que de ridículo. ¡Y qué decir de esos jeans de tubo -herencia directa de los temibles años setenta- que tenían pequeñas rayas blancas verticales o de aquellos que uno compraba para romperles estratégicamente las rodillas!

Claro está que había opciones para quienes no gustaban del estilo pandrosón y apostaban por un estilo "nice casual". Muchos optaban por vestirse con la firma de moda -Guess-. Una camisa formal, de preferencia a rayas, acompañada por unos jeans formales (si eso puede existir) y un buen par de "topsiders"era el uniforme de much@s. Bastaba ir a un antro de moda para ver una pasarela de clones... si señor.

Visto lo visto, debo reconocer la sabiduría de quien dijo alguna vez que "de la moda, lo que te acomoda".