Ignoro si tal vez sea la lluvia, la entrada del verano o el antigripal que estoy tomando, pero lo cierto es que hoy este blog ha resucitado. Hace seis meses su dueño lo dejó morir de inanición por considerarlo un estorbo que quincena tras quincena parecía demandarle más tiempo e ingenio para nutrirlo; de ahí que prefiriera dejarlo en el peor de los olvidos, que no es otro que el del olvido premeditado.
Cuando le di vida, juré y perjuré que jamás lo abandonaría, que siempre lo tendría al día y que en él experimentaría las catarsis más profundas y liberadoras de mi vida. Y así fue hasta que, con el paso de los años, empecé a sentir que la labor se convertía en una cuesta arriba y que el goce se transformaba en una carga cada vez más pesada. Así, pensar en escribir una entrada se convirtió en un proceso tormentoso, en una tortura intelectual frustrante que me hacía sentir seco y vacío. ¿De qué más podía escribir? ¿qué otras cosas podía compartir con otros? ¿qué quería comunicar a los demás? La respuesta a todas estas preguntas era siempre la misma: NADA.
Pero como bien dice el filósofo: "unas buenas vacaciones lo arreglan todo"; así que hoy decidí resucitar al muerto, revivirlo de sus cenizas y darme una nueva oportunidad para continuar un proyecto que inicié el 12 de enero de 2009 y que, a pesar de todo lo antes dicho, creo que bien vale la pena continuar, sólo que ahora bajo el principio de "despacio, que tengo prisa"...