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lunes, 18 de octubre de 2010

Sin título

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor y yo, francamente, así lo creo. Está atrapado en nuestra mente bajo la forma de recuerdos y de idealizaciones que, lejos de ser testimonios fieles del pasado, son potentes drogas que nos hacen más tolerable el presente.

Recordar el pasado es una de las actividades que más me gusta, este blog es fiel testigo de ello, si bien es cierto que reconozco que ello no deja de ser un tanto doloroso pues recrear lo que ya dejó de ser es tener entre las manos recuperar por unos instantes algo que sabemos de sobre que nunca más volverá. Sin lugar a dudas este es otro camino más en la senda del masoquista.

Y todo esto lo traigo a colación porque desde hace un días no hago más que pensar en cuando tenía diecinueve años. "Qué fregona era esa época", me repito cada vez que pienso en aquella época en la que la libertad, los amigos, las fiestas, las mujeres y la diversión eran lo único que me importaban y en donde mi vida era aparentemente perfecta.

Remarco la palabra "aparentemente" pues después de babear un rato con los recuerdos procuro ponerlos en perspectiva y con ello, mi paraíso diecinuevesco se desvanece poco a poco ante las imágenes que van saliendo de los archivos más profundos de mi memoria y que nos destacan por ser precisamente los más gratos.

Así, repentinamente me percato de que aquel no ha sido el mejor de mis tiempos. Me vuelvo momentáneamente honesto y caigo en la cuenta de lo fácil que era ligar, pero lo difícil que resultaba encontrar una mujer para algo más que pasar el rato; lo fastidioso que podía ser ir a las fiestas para terminar la noche haciendo entregas a domicilio de bultos etilizados; lo molesto que podía ser llegar a casa y dar explicaciones a mis padres sobre cualquier cosa que quisieran saber; la monserga que en ocasiones resultaba tener que soportar ese ambiente tan pesado que imperaba en la universidad; y lo frustrante que podía ser creer en la libertad y no poderla vivir plenamente.

Todo tiempo pasado fue mejor... en la cabeza de cada uno, pues en la realidad, ha sido igual de bueno y  de malo -matices a parte- que el presente. Lo que pasa es que hay momentos en los que el aquí y ahora es tan crudo y confrontante, que nos nos queda más que recogernos y refugiarnos en aquellos momentos pretéritos que día con día nos confeccionamos a la medida.

martes, 15 de diciembre de 2009

La última y nos vamos

El año se acaba y este es mi último post hasta el 2010. He de confesar que espero con ansiedad las doce campanadas para echarle la última palada y enterrarlo en lo más profundo de ese cementerio que es el pasado.

El 2009 fue de contrastes. Inició de manera prometedora, con muchos sueños, proyectos interesantes, la llegada a los cuarenta años de vida y, más importante aún, algunas certezas sobre la existencia. Entonces me preguntaba, más como curiosidad que como reto, si realmente habría algo que pudiera salir mal. Lamentablemente el destino pareció malinterpretar un curioseo simple con un desafío y se ensañó conmigo -me queda claro que por hocicón- como nunca antes lo había hecho, llevando mis errores y omisiones hasta sus últimas consecuencias y echándome, además, carretadas de mierda encima.

Febrero fue el mes, 11 el día. A partir de entonces el 2009 se transformó en un tiempo de muertes, de pérdidas en vida, de luto, de mentiras y verdades a medias, de frustraciones, de desengaños, de incertidumbre, de obsesiones sobre los tiempos pretéritos, de estrecheces y, maldita sea, de triunfos que no pude saborear cabalmente por ese deje de amargura que me acompaña desde entonces. Ha sido como estar en una montaña rusa en la que las cuestas son pronunciadas y se ascienden lentamente, las bajadas son vertiginosas, y antes de recuperar el aliento, el recorrido reinicia por enésima ocasión. Uno jamás se acostumbra a ello.

Resulta particularmente difícil llegar a este momento en la vida y darte cuenta de que la gente, así como la existencia, no son cómo las concebías; que en el fondo sigues siendo el mismo zoquete de 11 ó 22 años que no veía venir las cosas hasta que ya era demasiado tarde. Nuevos fantasmas aparecen en tu vida, te aferras al pasado mientras te atormentas con pensamientos que te creías incapaz de tener, maquinas historias descabelladas, descubres que hay momentos en los que la frontera entre el bien y el mal es tan tenue que terminan por confundirse y confundirte, y comprendes, por último, que todo en esta vida es cambio y que no puedes hacer nada para detenerlo, mucho menos para evitarlo.

Ahora que agoniza, quiero creer que el presente ha sido un año de ajuste de cuentas kármico, un momento de quiebre que marcará el inicio de algo nuevo -que aún no soy capaz siquiera de vislumbrar-, una lección aprendida en carne propia de la frase "el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional", al tiempo que una oportunidad para "despertar"finalmente.

Si, este año es el peor y más doloroso en mi vida. Reconozco que no he sido la mejor de las compañías y que no he tenido empacho en fastidiar con mi amargura y enojo a quienes me rodean. Por ello quiero disculparme con los que me han tenido que soportar día tras días a lo largo del 2009 dentro y fuera del trabajo y agradecer infinitamente a l@s amig@s que con su mera compañía, y sin saberlo, fueron una fuente de alivio; tambien a l@s que me prestaron incondicionalmente su hombro para desahogar la ira y la rabía que me embargaban y llorar de desconsuelo a mitad de la noche y cuando más nebuloso veía el panorama.

Quiero reconocer en especial la labor realizada por Decs y Alejandro Prieto pues gracias a su ejemplo, siempre involuntario, he abierto los ojos y comprendido que no hay que buscarle sentido a todo, que el amor se manifiesta de formas tan extrañas que a veces resulta incomprensible y hasta doloroso, que ninguno de nosotros es en realidad indispensable en esta vida y que el de la felicidad es un camino con muchos trayectos que se deben recorrer individualmente y de adentro hacia afuera...